lunes, 31 de agosto de 2015

Casi es otoño, el aire es más fresco, los arboles se mecen dulcemente y sus hojas comienzan a caer, la vida y la muerte en una sola melodía. Tengo ganas de cantar,de reír hasta que me den ganas de llorar, de bailar hasta que me duelan las piernas, de amar con locura, de besar hasta que sienta que mi alma ya no puede más.
Tengo ganas de caminar bajo la lluvia, de alborotar mi cabello y correr bajo una noche llena de estrellas, de perder el aliento contemplando el firmamento.
De decir todas las cosas que me callo, de sentirme libre y ligera, de beberme una copa...o dos. De saborear lo dulce y lo amargo al mismo tiempo. De volver a escuchar una vieja canción que me hacia suspirar cuando era más joven, de volverme a sentirme bella e increíble. De volver a detener a detener el tráfico una vez más.
¿Existen los milagros? ¿Alguien ha pedido un deseo de otoño? Tengo una maleta llena de sueños, las manos inquietas por volver a sentir eso que llaman...la verdad es que no tengo un nombre para ello, pero se muy bien como se siente, como hace palpitar el corazón, esa sensación extraña en el estomago, una descarga eléctrica que recorre cada centímetro de la piel, una emoción  que te  hace reír y llorar de felicidad, esas ganas locas de querer permanecer ahí, al lado suyo toda la eternidad.